martes, 18 de diciembre de 2007

La Tipa Cuerda en Navidad

Este año no voy a casa por Navidad, pero la Navidad viene a mí (vamos, que mi madre se coge el recién inaugurado AVE Málaga-Madrid y se planta aquí a hacerme compañía). Pese a todo lo que la Navidad trae consigo (no a mi madre, si no todo lo demás); trabajo, gastos injustificables, melancolía, propósitos de año nuevo que nunca se cumplen, paz y amor, vasos rotos y la estrella de Belén, es una fiesta que no me deja indiferente.
Me gusta la Navidad porque es una época exagerada donde el término medio no existe. Celebramos, discutimos, compramos, comemos, bebemos, creemos o dejamos de creer por todo lo alto. Luces, papeles de colores, dulces, cenas familiares, amigos, regalos, vestidos de fiesta. Todo lo que nos gusta inevitablemente acompañado de dolores de barrigas, dramas familiares, llantos y la esperanza de que el año que viene será, si no igual de bueno que éste, mejor. Como la vida misma.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Otro dilema capilar

¿Por qué el primer pensamiento que se nos pasa por la cabeza cuando vemos a alguien con un peluquín es pegarle un tirón?
Eso era lo que pensaba yo hoy, cuando en el metro he tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para no evidenciar la calvicie del señor que viajaba a mi lado. Por supuesto que no le he pegado un tirón de pelo al señor, porque si no era un peluquín malo, y si era un peluquín peor: ¿Qué demonios hace uno con media peluca que no le pertenece y que acaba de robarle a un calvo? ¿Cómo te las ingenias para volverla a colocar sin que se note? En el fondo, tú no quieres robar la media peluca. Lo único que quieres es saber si el tío es calvo o no.
En un mundo donde la tecnología y los avances científicos nos maravillan y cada día se descubre la última revolución cosmética, ¿tiene sentido el peluquín? Y lo más inquietante de todo… si el señor no es calvo de verdad ¿por qué no se cambia de peinado en lugar de ir incitando a que le peguen tirones?

martes, 4 de diciembre de 2007

La tipa cuerda y el tapón del champú

¿Conocéis a alguien que trabaje en Garnier? Diseñador gráfico, Packaging, jefe de producto, becario en el departamento de marketing… ¿Alguien? Toda la gama de champús y suavizantes de Garnier (Fructis, Neutralia…) tienen el mismo sistema de apertura: una bolita que se supone que cuando le das con el dedo se abre. En teoría lo podrías hacer con una sola mano. Práctico, elegante, funcional…
Pues bien: NO FUNCIONA.
No amigo no, la bolita no se abre cuando le das con el dedo. Por lo menos no cuando le doy yo, que siempre acabo con la uña partida, las manos rojas y bebiéndome medio bote de champú cuando, desesperada, intento abrirlo con la boca. ¡Cagando burbujitas una semana!
¿Soy la única persona que se ha dado cuenta de esto? Alguien más habrá por ahí que comparta mis frustraciones. Al final he cambiado de champú, pero creo que alguien debería decírselo a los de Garnier, están perdiendo clientes, y yo me lavo la cabeza a diario.

viernes, 30 de noviembre de 2007

La tipa cuerda en el mundo grapadora.

Hoy mi grapadora, una Pretus del año 2, se ha declarado en huelga, tenía todas sus grapas, e incluso le he puesto más. Pero al principio grapaba con los bracitos hacia fuera, y yo me he puesto a investigar hasta que he conseguido que no grapara nada. Luego, he seguido investigando y seguía sin grapar. Por fin, después de abrirla, cerrarla y volverlo a intentar, he conseguido que funcionara sin graparme los dedos.
No sé hasta que puntos estáis familiarizados con las grapadoras, pero a mí, descubrir que el artefacto en la base tiene dos posiciones y que dependiendo de si está en A o en B grapa de una manera o de otra me ha llevado buena parte de la mañana. Claro, que al final he aprendido como funciona una grapadora más allá de poner el papel en ella y apretar con fuerza.
Lo más interesante es que durante toda mi aventura lo único que yo pensaba era: “La tipa cuerda en el mundo grapadora”. Frase que resume a la perfección lo ridículo de mi existencia laboral.